Los implantes dentales son piezas de titanio con forma de tornillo que se insertan en el hueso mandibular o maxilar y ofrecen una solución ante la pérdida o ausencia de piezas. Es la primera opción ya que es lo más parecido a un diente en el que hay una parte dentro del hueso que sería la raíz (el propio implante) y una parte en boca que se ve que es la corona (sería la funda que va sobre el implante).
Siempre que exista hueso para poder anclar el implante es una terapia muy predecible a largo plazo. Será necesario hacer revisiones y mantenimientos cada 6 meses y tener una higiene oral adecuada para prevenir la aparición de periimplantitis que consistiría en la enfermedad de los tejidos de soporte del implante con su consiguiente movilidad e incluso caída tras la perdida de hueso.
Con el aumento de la esperanza de vida son cada vez más las personas mayores que mantienen un estilo de vida activo, y actualmente son demandantes de unos dientes funcionales y naturales, rechazando así otras soluciones convencionales tales como puentes colocados sobre dientes tallados o dentaduras postizas, que afectan negativamente tanto a su aspecto general como su función masticatoria, y por tanto, su bienestar social.
En general, son cada vez más las personas de cualquier edad que tras perder uno o más dientes desean soluciones que combinen funcionalidad, estética y naturalidad, así como durabilidad a largo plazo.